Biotecnología: uso de organismos (bacterias, algas, levaduras, plantas, etc) para beneficio humano, para la obtención de un bien o servicio. Aunque suene muy reciente, no lo es. Aunque suene a transgénicos, son minoría. Un ejemplo fantástico es el control biológico de plagas mediante el uso de depredadores o parásitos naturales.
Tanto si se trata de un cultivo de cientos de hectáreas o de un sencillo jardín, es importante conocer los insectos que habitan en él. Aunque algunos causan estragos, no todos van en perjuicio nuestro. Un habitante poco deseado en nuestras plantas es el pulgón. Es parásito en diversos cultivos (pimiento, fresa o berenjena) y también en plantas ornamentales. Se alimenta de la savia que extrae de hojas, brotes y tallos provocando un decaimiento de la planta. Además, secreta una melaza que atrae a hormigas y que favorece el crecimiento de un hongo (la fumagina o negrilla) que cubre las hojas y dificulta la fotosíntesis. Y si el pulgón ha succionado savia de una planta que padecía una enfermedad vírica, en la siguiente planta en la que se pose inyectará el virus y transmitirá la enfermedad.
Por suerte el pulgón tiene múltiples enemigos naturales, entre ellos depredadores como la mariquita o la crisopa, que devoran vorazmente sus larvas. También existen parásitos suyos como Aphidius colemani, una avispa, que pone sus huevos dentro del pulgón. Las larvas al nacer se alimentarán del interior del pulgón hasta dejar sólo la carcasa, llamada "momia". Una avispa es capaz de poner unos 400 huevos, esto es, 400 pulgones que sucumbirán y morirán sin remedio. Y 400 avispas en busca de nuevos pulgones.
Estimular estos mecanismos naturales puede mantener a raya muchísimas de las plagas que nuestros cultivos padecen sin hacer uso de agentes químicos.
¿Qué ventajas hay en el control biológico frente al químico convencional? Primero, seguridad. Aplicar estos controles biológicos no requiere ropas especiales ni mascarillas, no hay riesgo de inhalaciones ni problemas de salud porque se trata de insectos inocuos para las personas. Además, se necesitan dosis iniciales muy bajas ya que estos insectos, al encontrar alimento o huésped para reproducirse lo harán hasta extenderse a lo largo de todo el cultivo, y su población decaerá una vez la plaga decaiga, pues dejará de haber alimento.
Segundo, resistencias. De la misma manera que las bacterias desarrollan resistencias a los antibióticos, las plagas la desarrollan frente a los pesticidas. En cambio, las resistencias en el control biológico son extremadamente raras, porque se trata de la evolución misma. Esos organismos existen desde hace miles y miles de años y su uso en el control de plagas no supone una alteración de esta relación.
Tercero, consumo. A ojos de un consumidor es muy difícil determinar si lo que compramos presenta contaminación por pesticidas, sin embargo, es sencillo ver si tiene un insecto entre sus hojas o frutos. Además, dado que los insectos que se usan se alimentan del insecto que provoca la plaga, no afectan la planta ni el fruto.
Cuarto, contaminación. Los pesticidas pueden filtrarse a través del suelo a acuíferos o ríos, esparciendo de forma incontrolada estos componentes en otros ecosistemas y posiblemente intoxicando otras especies.
Quizá no se puedan aplicar en el 100% de los casos, pero si se puede en un 80%, ¿por qué no aplicarlo? cultivos 80% más seguros, 80% menos resistencias a pesticidas, 80% más ecológicos, 80% menos contaminantes. Y más baratos. Y aunque algunos estudios demuestran que la tasa de éxito del control biológico de plagas ronda el 75-80%, seamos menos optimistas, pongamos un 50%. Sigue mereciendo la pena.
Existen empresas que se dedican a criar estos insectos beneficiosos para los cultivos, pero su uso continúa poco extendido frente al de los pesticidas químicos. Estas empresas no lo tienen fácil para hacerse un hueco en un mercado dominado por gigantes de la industria química como Dow Chemical o Monsanto. Pero quien finalmente decide es el consumidor: si cambia la demanda, empezarán a cambiar los porcentajes.
Nota: He querido recopilar algunas empresas que ofrecen estos productos. Los he escogido porque distribuyen en España y porque tienen página web con mucha información. A través de ellos o de alguna cooperativa de agricultores podréis profundizar más en el tema.