30 de julio de 2011

Algas para el coche

Seguramente habréis oído la iniciativa de Repsol de producir biodiésel a partir de microalgas.

La idea de utilizar aceites vegetales como materia prima para combustibles ya la propuso Rudolf Diesel en la Expo Mundial de París de 1898, con un modelo de motor diésel alimentado por aceite de cacahuete.
Los precios competentes del petróleo hicieron que el biodiésel cayera en desuso pero la preocupación por el impacto ambiental y el agotamiento de los recursos fósiles ha hecho recuperar la alternativa vegetal.
El biodiésel parte de una materia prima renovable y reduce las emisiones contaminantes como el monóxido de carbono.
¿Dónde está la gracia de los cacahuetes, la soja, la caña de azúcar y las microalgas?
En sus aceites, que combinados con determinados alcoholes sufren una reacción química que da lugar al biodiésel y a un compuesto secundario que puede ser usado en cosmética. 

Para obtener estos aceites vegetales las plantas necesitan poco más que agua, luz y CO2. Lo que hace las microalgas una opción interesante es que su capacidad para producir aceites es más eficiente que la de los cultivos convencionales y puede crecer en una especie de columnas de agua verticales que reducen notablemente la superficie necesaria. Esto, en teoría, ayuda a evitar el problema de la deforestación para crear grandes extensiones agrícolas y ofrece una alternativa que no entraría en competencia con la alimentación, ya que no se usan cereales ni semillas que formen parte de la cadena alimentaria.

Dentro de los inconvenientes uno de los principales es la inversión que supone adaptar no sólo los vehículos sino también las plantas de producción con infraestructuras distintas a las establecidas para permitir el crecimiento a gran escala de las microalgas, su suministro de luz, CO2, etc. 
Al igual que en otras tecnologías cuesta conocer los datos reales, transparentes, sobre la eficiencia, los residuos que se generan, etc. Ninguna opción está libre de inconvenientes.

Buscar fuentes de energías renovables sin olvidar el problema de base: que vamos agotando los recursos a nuestro paso con esta ambición por crecer, por tener más y mejor y al momento. No nos haría mal un ejercicio de reflexión y autocrítica de nuestro plan de crecimiento  paralelo al desarrollo de cualquier tecnología alternativa.

Microalgas, por Casandra

24 de julio de 2011

Ser o no ser... inmortales

La gran mayoría de nuestras células tienen una vida limitada. Tras un número determinado de divisiones van envejeciendo, acumulando errores hasta que mueren. Parte de la culpa la tienen los telómeros, una especie de capuchas que protegen los extremos de los cromosomas. Si no están protegidos son más susceptibles a sufrir mutaciones y perder fragmentos, favoreciendo el envejecimiento celular.

De hecho existen enfermedades como la progeria que se caracteriza por un envejecimiento muy prematuro. Los afectados son niños de corta edad que sufren problemas típicos de la vejez como artritis, osteoporosis, alopecia, sequedad de la piel, etc. La raíz del problema hay que buscarla en los telómeros y en quien se encarga de mantenerlos en buen estado: la telomerasa. Es una proteína que repara el daño que se produce en los telómeros durante la división celular.
Al minuto uno piensa, ¿no sería posible superactivar la telomerasa para evitar el envejecimiento y volvernos inmortales?
La respuesta, a día de hoy, es no.
Podemos hablar de inmortalidad a nivel celular. Algunos tipos de células, como las tumorales, son inmortales, ya que pueden dividirse un número ilimitado de veces mientras tengan nutrientes. Eso es lo que sucede en un cáncer: una masa de células que se divide descontroladamente porque no se cansa, no envejece. Eluden su destino de tener los telómeros cada vez más cortos y envejecer, aumentando los niveles de telomerasa.

Aún no se conocen completamente estos procesos como para frenarle los pies a un tumor o estirar nuestra esperanza de vida hasta los 500 años. Pero se avanza y hay mucho interés por su posible aplicación en el campo de la medicina regenerativa. Como en otros casos, la respuesta se encuentra en la Naturaleza: ya existen animales como la lagartija, la estrella de mar o el pez zebra que son capaces de regenerar partes de su cuerpo cuando éstas sufren lesiones. 
¿Es esto posible en mamíferos? Ser capaces de regenerar nuestro corazón después de sufrir un infarto o recuperar una pierna tras un accidente quizá no sea ciencia ficción dentro de unas décadas.

Cromosoma, por Casandra

22 de julio de 2011

¿Nos entendemos?

Nos encontramos en un momento apasionante, creedme. Los avances científicos y nuestro conocimiento de cómo funciona el mundo aumenta a pasos de gigante: terapia génica, farmacogenómica, ultra-secuenciación...
y diréis, “sí, sí, pero no tengo ni idea de lo que me hablas”. Como si no fuera el mismo idioma.
Hay un pequeño abismo entre la comunidad científica y el resto de la sociedad y éste no se supera repitiendo lo importante y necesaria que es la ciencia sino haciéndola llegar, cual pizza a domicilio, de los laboratorios a los hogares. No se puede considerar importante que se destinen fondos a tal y cual proyecto si no entiende el problema que se quiere abordar. Y como no todos podemos ser a la vez panaderos, mecánicos, cajeros y científicos es labor de éstos últimos hacerse entender. No sólo en fútbol existe pasión. Pero hay que saberla transmitir, hacerla llegar al público cual final de Champions.

Parte del avance científico en el campo de la biología molecular y la medicina se debe al empleo de metodologías y técnicas modernas desarrolladas por la comunidad científica a lo largo de la historia. El aterrizaje de la informática en esta área ha hecho crecer exponencialmente el conocimiento, al converger aproximaciones experimentales con otras más teóricas. A la vez, este montón de técnicas, descubrimientos, respuestas y también nuevas preguntas, ha generado todo un diccionario de vocablos que lejos de fomentar la comunicación fluida, espantan.

Contra esos fantasmas pretendo luchar con estos escritos con los que quiero introduciros qué se cuece en ciencia e invitaros a reflexionar sobre ello. A menudo la técnica corre por delante de la ética y de lo que podemos asimilar. ¿Queremos llevar a cabo todo lo que técnicamente ya podemos hacer?
Es necesario que nos sintamos implicados en esos avances y que científicos y ciencia formen parte de nuestras vidas en forma de conocimiento y de diálogo, en definitiva, comunicación.

Que disfrutéis con este mar por el que nadar, bucear,
y de vez en cuando pararse a descubrir sus islotes.

Islotes, por Casandra